Mercè Balada
Internet representa el ilimitado al saber y un avance formidable para la humanidad, pero las fronteras que separan lo íntimo de lo público desaparecen. Con el auge de las redes sociales, los datos personales -desde el nombre y la dirección de e-mail hasta las opiniones personales, los gustos o las fotos familiares- circulan por la Red.
Ya lo dijo Mark Zuckerberg, creador de Facebook: “La edad de la privacidad ha terminado”. Pero a pocos parece importarles. Para los adolescentes la esfera de la intimidad es minúscula y no se plantean ampliarla.
Nuestra identidad se ha trasladado a la Red, ya no es una foto fija, como el DNI. Es un rastro dejado durante años que, en algunos casos, incomoda pero que cada vez es de más fácil acceso.
Juan Freire y Antoni Gutiérrez-Rubí, en su libro “2010-2020 32 Tendencias de cambio” afirman que en el futuro próximo “el sentimiento de red es ese: comunidad. Es en la comunidad donde nos sentimos partícipes de la sociedad y nos relacionamos, podemos generar nuevas amistades, conocimientos e ideas y compartir lo que hacemos y lo que somos. Y toda esa información es la que genera la identidad personal de cada individuo, una identidad pública en lo que compartimos, pero privada en lo que no queramos compartir.”
Por ahora el debate sobre la privacidad, la capacidad de control sobre nuestros datos y el uso de estos por terceros, sigue abierto.
Entra en el debate en ICI online y participa con tu opinión.